España arde mientras Hacienda bate récords: ¿dónde va todo ese dinero? La economía “va como un cohete”… pero el país se cae a pedazos
Estamos en agosto de 2025, en España, un país que parece tenerlo todo para triunfar: sol, playas, una economía que —según nos dicen— “va como un cohete” y una recaudación fiscal histórica. Pero mientras Hacienda alcanza cifras récord, media España está literalmente en llamas, los trenes no llegan, las carreteras están rotas y las listas de espera en sanidad baten récords que no hacen gracia a nadie.
¿Cómo puede ser que un país que recauda más que nunca esté ofreciendo servicios públicos que parecen sacados de un sketch de José Mota? ¿Dónde va a parar todo ese dinero? No es magia. Son tus impuestos. Y, sin embargo, la sensación general es que cada euro que entra en las arcas del Estado se evapora como agua en el asfalto caliente de Extremadura.
“España nunca ha recaudado tanto… pero nunca ha funcionado tan mal”
“No es magia. Son tus impuestos”, repite el eslogan oficial. Pero si eso es cierto, la magia está claramente estropeada. Porque los incendios arrasan como nunca, los apagones son habituales y las infraestructuras parecen diseñadas por el primo lerdo de Calatrava. En el último verano, se ha calcinado una superficie mayor que Luxemburgo y medio. Literalmente.
Y no es una exageración. Es que la inversión para prevenir incendios forestales se ha reducido a la mitad respecto a hace 13 años. ¿Coincidencia? No. Esto no es una novela de misterio, es una política presupuestaria que haría llorar a un contable. Con presupuestos congelados, brigadistas mal pagados y comunidades autónomas con las manos atadas, no hace falta ser Sherlock para adivinar lo que viene: catástrofe tras catástrofe.
¿Economía on fire? Sí, pero los españoles no lo notan
Mientras el país arde por fuera y por dentro, el gobierno celebra que España lidera el crecimiento económico de Europa. Un 3,2% de incremento del PIB. Un récord de 294.734 millones de euros recaudados en 2024. ¿Y los ciudadanos? Más pobres que en 2008.
Sí, el PIB crece, pero el PIB per cápita está estancado. ¿La razón? Más población, en gran parte por la inmigración. Es decir, la riqueza crece… pero se reparte entre más bocas. Así que, en la práctica, los sueldos apenas avanzan. O lo que es peor, retroceden. Pero eso sí, los impuestos suben.
Y lo hacen sin avisar.
“Te suben los impuestos y ni te enteras”
Aquí llega el truco de trilero fiscal. No se anuncian subidas. No se votan en el Congreso. Simplemente, la inflación hace su trabajo sucio. Como los trileros de la Puerta del Sol, el gobierno no te roba el dinero, te lo hace desaparecer.
Veamos el caso de Juan, que en 2019 cobraba 24.000 euros al año. Ahora gana 28.200. ¡Bravo, un aumento! Ah, no… espera. Todo lo que ha subido es la inflación. Y como los tramos del IRPF no se han actualizado, Juan paga más impuestos aunque no sea más rico. El Estado se embolsa entre un 1% y un 5% extra por no mover un dedo. Eso sí es eficiencia recaudatoria.
“España recauda un 50% más que hace ocho años, pero ofrece un 50% menos”
Infraestructuras que brillaban en los 90… y se oxidan en 2025
Durante los años dorados de la entrada en la UE, España tiró la casa por la ventana. Fondos europeos a cascoporro, AVE por todas partes, aeropuertos como setas y constructoras patrias conquistando el mundo. España se convirtió en una potencia mundial en infraestructuras. Un orgullo patrio. Un legado que sigue generando titulares… pero ahora por razones muy distintas.
Porque esas joyas del pasado, como los trenes de alta velocidad, están envejeciendo sin cariño ni mantenimiento. Los retrasos de Renfe ya no son noticia, son rutina. Los billetes no son pasajes, son apuestas. Y si antes te devolvían el billete si tu tren llegaba tarde, ahora solo si te da tiempo a afeitarte, hacer la compra y ver una peli entera antes de que llegue.
¿Y las carreteras? El 50% están mal. Y no “mal” como en una zona rural perdida. “Mal” como en: consumen un 12% más de combustible y suponen un riesgo diario. ¿Querías eficiencia ecológica? Pues toma curva sin asfaltar.
“La inversión en infraestructuras está al mismo nivel que en 1985”
La sanidad española ya no cura, entretiene
Luego está la joya de la corona: la sanidad pública. O mejor dicho, el recuerdo de lo que fue. Las listas de espera no son ya “listas”, son odiseas sanitarias. ¿Una operación de cataratas? Espera unos 150 días. ¿Y para el otro ojo? Otros 150. Vamos, que sales con parche y loro incorporado.
Pero eh, se siguen construyendo hospitales. La foto sale en portada. Lo que no sale en portada es que no hay médicos para atender a nadie. Muchos se han largado, otros hacen jornadas imposibles y los pocos que quedan viven de huelga en huelga. Porque claro, mantener el personal no da votos. Cortar cintas, sí.
Educación: generaciones “más preparadas” con peores resultados
¿Y la educación? Esa otra gran promesa. España tiene 96 universidades, pero ni una sola entre las 100 mejores del mundo. En serio. Ni una.
En el último informe PISA, España ha retrocedido tanto que ya no suspende, directamente repite curso. Países como Polonia o Eslovenia nos pasan por la derecha sin intermitente. Y el inglés… ese idioma misterioso que se estudia durante 10 años para terminar entendiendo menos que un perro en misa.
“España tiene más universidades que Alemania… y ninguna de su nivel”
Cultura, museos, policía… ni eso se salva
Si te pensabas que al menos los museos o la seguridad del Rey estaban a salvo, te equivocas. 16 museos cerrados por falta de personal. Y ni siquiera había presupuesto para alojar a los escoltas del monarca en Palma. Sí, el rey… sin escolta. ¿Qué puede salir mal?
No es un sketch. Es la realidad del gasto público español.
El gran agujero: pensiones para todos, carreteras para nadie
Y aquí está el elefante en la habitación: las pensiones. Porque mientras los jóvenes pagan más impuestos que nunca y reciben servicios de tercera, los jubilados cobran la pensión más generosa de la zona euro. Hasta un 80% del sueldo medio.
Y no, no hay dinero para pagarlas, aunque digan que sí. Uno de cada cuatro euros se paga con deuda pública. Así, sin anestesia. Todo el dinero que se recortó en educación, sanidad o infraestructuras se ha desviado a las pensiones.
Pero, ¿quién se atreve a decirlo en voz alta? ¿Quién quiere cabrear al grupo de votantes más numeroso, fiel y electoralmente letal?
“No se ha recortado en pensiones. Se ha recortado en todo lo demás”
“Los jóvenes estudian más, cobran menos y pagan más impuestos que sus padres”
Una clase política que no quiere cambiar nada
Ni izquierda, ni derecha. Aquí todos han puesto su granito de arena en este desastre. El gobierno actual, por ejemplo, ni siquiera ha aprobado los presupuestos generales. Vamos, que vamos tirando con lo del año pasado, como quien calienta las sobras del domingo para el jueves. Y así nos va.
¿Y la oposición? Bien, gracias. Prometiendo que harán lo mismo pero con corbata azul en lugar de roja. Nadie se atreve a decir la verdad: que el Estado gasta mal, gasta poco en lo que importa y gasta demasiado en lo que no.
Por ejemplo, España gasta un 60% menos que la media europea en infraestructuras. Y aun así, ha construido más aeropuertos que Italia y Alemania juntos. Pero solo 14 de ellos superan los 3 millones de pasajeros al año. Los demás son cementerios de maletas.
“España es uno de los países menos eficientes del mundo en gasto público”
Cita para reflexionar:
“Ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige” – Séneca
Otra más, por si no ha dolido suficiente:
“El infierno está lleno de buenas intenciones y el cielo de buenas obras” – Proverbio español
¿Y ahora qué?
Después de todo esto, lo lógico sería pensar que la ciudadanía saldrá a la calle, ¿no? Pues no. Ni se indigna ni se organiza. Porque el truco funciona: los recortes son tan sutiles, tan dispersos, tan fragmentados, que nadie se da cuenta de que el país se desmorona hasta que le toca a él.
Eso sí, los jóvenes están empezando a despertar. Muchos ya no quieren pagar impuestos. No por egoísmo, sino por hartazgo. Y eso empieza a notarse en las encuestas. Quizá, en unos años, lo notemos también en las urnas.
Pero hasta entonces…
¿Seguirá la política española jugando a esconder la tijera mientras promete varitas mágicas?
¿Habrá algún partido que se atreva a decir la verdad?
¿Es posible que este país deje de vivir del cuento y empiece a escribir uno nuevo?
No es magia. Son tus impuestos. Pero el truco se está acabando.
¿Estás listo para ver lo que hay detrás de la cortina?
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