¿Quién protege a BEGOÑA GÓMEZ cuando todo huele a pólvora? El lado oculto de BEGOÑA GÓMEZ y sus amistades peligrosas
La figura de BEGOÑA GÓMEZ se ha convertido en una grieta luminosa por donde se cuela todo lo que no debía saberse. 🔥
Hace tiempo que el apellido del presidente dejó de ser suficiente para explicar las cosas. La sombra de BEGOÑA GÓMEZ es más alargada de lo que se pensaba, y cada día que pasa se parece menos a la silueta de una esposa discreta y más al perfil afilado de alguien que nunca estuvo solo en la fila de atrás.
El escándalo no necesita confirmar mordidas si ya hay rastros de perfume en una escena de crimen. Porque aquí no se trata solo de saber si BEGOÑA GÓMEZ cobró por lo que hizo —o por lo que permitió—, sino de entender qué demonios hacía ella en medio de una operación de rescate empresarial orquestada por un entramado de intermediarios con expediente penal. ¿Casualidad? ¿Humanidad? ¿Amistad? ¿Favor personal? Eso, en el mejor de los casos. En el más ingenuo. En el más benevolente. Pero también en el menos creíble.
begoña gómez y la línea invisible que separa el favor del delito
Hace tiempo escuché que el infierno está pavimentado de buenas intenciones. Y quizá eso explique por qué hay quienes siguen defendiendo que lo de BEGOÑA GÓMEZ fue solo una muestra de lealtad a un amigo. Porque, claro, tenían una relación pública, habían viajado juntos a San Petersburgo, compartían vida social. ¿Qué tiene de raro que alguien quiera echar una mano a un colega en apuros?
Pero también… ¿qué tiene de normal que esa mano amiga termine enredada en una operación vinculada a un tipo acusado de liderar una red de comisiones ilegales? Porque uno puede ser leal, pero no idiota. Y la lealtad, cuando se mezcla con dinero público, influencias políticas y promesas de patrocinio, suele dejar de parecer noble para empezar a parecer rentable.
“Una cosa es ayudar a un amigo. Otra es financiar tu ascenso a costa del erario.”
Aquí no estamos hablando de cenas de Navidad ni de llamadas de cortesía. Aquí hablamos de gestiones activas, de contactos propiciados, de intermediarios que no son precisamente santos. Porque en esta historia, el intermediario no es un primo con buena fe, sino Víctor de Aldama, pieza clave en un entramado descrito por la UCO como “organización criminal”.
Y eso cambia todo.
entre think tanks, mordidas y zonas despobladas
Cuando me enteré de que tras esa gestión amistosa venía otro movimiento —concretamente, una maniobra para poner a BEGOÑA GÓMEZ en contacto con la vicepresidenta Teresa Ribera—, no pude evitar soltar una carcajada seca. No de humor. De resignación. Porque era obvio que no se trataba solo de un “favor”. Era una cadena de favores, como esas que empiezan con un café y acaban en una transferencia bancaria.
“No es tráfico de influencias si nadie firma. Pero todos sabemos quién estuvo en la sala.”
Y lo curioso —lo siniestro— es que esta operación no se queda en el ámbito doméstico. No, la ramificación llega hasta la República Dominicana, donde, qué casualidad, existen ONG infladas a subvenciones que orbitan alrededor del mismo ecosistema empresarial en el que se mueve BEGOÑA GÓMEZ. Un “think tank” con aspiraciones de laboratorio ético y realidad de herramienta política. La fachada del humanismo, al servicio del interés propio.
los negocios de begoña gómez como forma de pago
Aquí viene la pregunta incómoda. La que nadie quiere formular en voz alta. ¿Eran los negocios de BEGOÑA GÓMEZ una forma de pago?
No lo afirmo. Pero tampoco lo descarto. Porque uno no tiene por qué ser fiscal para oler algo raro cuando el aire está viciado. Y cuando uno ve que después del rescate empresarial, se relanzan las ramas rurales y se activan proyectos donde la esposa del presidente parece tener mano libre, pues la sospecha ya no es paranoia. Es sentido común.
“No hace falta una condena cuando la lógica ya sentencia.”
Hay quien aún insiste en separar lo institucional de lo personal. Pero cuando lo personal tiene contactos con vicepresidentas, gestiona patrocinios empresariales, y aparece en tramas con sujetos investigados por la UCO, esa separación es solo una ilusión. Un truco viejo. Un decorado que ya no aguanta ni el viento.
“Donde hay humo, suele haber alguien fumando en la sombra.”
el poder del silencio y la sospecha como respuesta
Lo más perverso de este asunto no es que BEGOÑA GÓMEZ haya podido intervenir. Lo más retorcido es que nadie se escandaliza realmente, como si lo anómalo se hubiera vuelto norma. Como si ya no importara que alguien no tenga cargo público pero sí acceso privilegiado a todo lo que se mueve dentro del Estado.
Y no, no me vengan con que es la esposa del presidente. Que eso no es carta blanca para operar en la sombra.
Aquí el problema es otro. Es ese punto exacto donde la cercanía al poder se transforma en poder efectivo, sin necesidad de votos, ni de nombramientos, ni de controles. Lo que se llama influir sin rendir cuentas. Como quien juega al ajedrez pero solo toca las piezas cuando nadie mira.
¿quién va a preguntar por la república dominicana?
Yo sí quiero saber qué hay en esa conexión dominicana. ¿Por qué tantas ONGs, tantas empresas del entorno, tantas iniciativas sociales convergen en el mismo lugar lejano y tropical? ¿Por qué tanto dinero fluye hacia allá, bajo el pretexto de “proyectos rurales” o “desarrollo local”?
Nadie responde. Pero todo el mundo sospecha.
Y eso, en política, es aún más devastador que una acusación.
“Donde no hay explicaciones, solo queda la imaginación. Y eso es dinamita.”
“No todo lo que huele mal está podrido. A veces simplemente lo están cocinando aún.”
¿realmente fue solo un favor de amiga?
La figura de BEGOÑA GÓMEZ merece más preguntas. No porque sea mujer, ni esposa, ni empresaria, ni altruista. Sino porque está demasiado cerca de demasiadas cosas turbias.
Y cuando alguien aparece tantas veces en tantas operaciones dudosas, el azar deja de ser excusa y empieza a parecer coartada.
¿Dónde empieza el favor y dónde la corrupción? ¿Cuántos negocios más estaban escondidos bajo el manto de la amistad? ¿Quién vigila a quienes no tienen cargo pero actúan como si lo tuvieran?
A veces no hace falta ver sangre para saber que alguien apretó el gatillo.
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