¿Qué es eso que suena a futuro pero huele a bosque sueco? El regreso de AUTOMATISM reprograma el alma del krautrock
Estamos en agosto de 2025, en los campos tranquilos de Sörmland, Suecia. Un lugar donde los árboles susurran melodías y las iglesias abandonadas se convierten en estudios de grabación. 🌲✨ Allí, rodeado de luz natural y techos altos, AUTOMATISM ha dado forma a un disco que parece salido de un sueño futurista con raíces enterradas en los años setenta. Se llama «Sörmland», y es mucho más que un álbum: es una respuesta emocional a la pregunta de si aún es posible crear música que no pertenezca ni al pasado ni al presente. Y lo logran con esa fórmula que mezcla rock psicodélico, krautrock, space rock y una pizca de jazz modal, como si Kraftwerk se hubiese perdido en un bosque sueco con una guitarra afinada en fa menor.
AUTOMATISM no regresa. Despierta. Y con ellos, despierta también una forma de entender el sonido que ya creíamos extinta.
Origen: AUTOMATISM Post «Neon Lights» from New LP ‘Sörmland’
Cuando el bosque canta y las máquinas escuchan
Hace tiempo, en algún rincón de Estocolmo, el guitarrista Hans Hjelm juntó a un puñado de músicos con ADN mutante: venían de bandas tan eclécticas como Kungens Män, Fanatism y New Rose, pero juntos encontraron un lenguaje nuevo. Un lenguaje que no necesita palabras. Porque AUTOMATISM es instrumental, sí, pero su música dice más que muchas letras pretenciosas de bandas que confunden densidad con profundidad.
La actual formación –Hjelm, Gustav Nygren, Mikael Tuominen y Jonas Yrlid– trabaja como un cuerpo orgánico, dejando que las canciones emerjan, se desarrollen y muten sin plan preestablecido. Improvisan en el estudio como quien deja que la vida lo sorprenda, y después, como buenos alquimistas, añaden capas, sonidos y matices. Así es como se cocina algo inmersivo, sin recetas.
«Sörmland» fue grabado en una antigua capilla que ahora vibra con resonancias eléctricas. Desde las ventanas, el paisaje sueco entra como un quinto miembro de la banda. Selma Lagerlöf, aquella escritora que veía en Sörmland el “jardín de placer” de Suecia, tendría razones para sonreír. Porque hay algo deliciosamente pastoral en el sonido de este disco, como si la electricidad misma se hubiese vuelto orgánica.
“Neon Lights” bajo el cielo nórdico
¿Y qué hace una banda de psicodelia sueca versionando un tema de Kraftwerk? Pues lo que hacen los valientes: reinterpretar. No copiar. No rendir tributo con pomposidad. Sino respirar profundamente y soltar una versión lenta, suave, que parece suspendida en ámbar. «Neon Lights», ese monumento electrónico de 1978, adquiere una nueva forma en manos de AUTOMATISM. Ya no es una oda al neón urbano; es una plegaria al silencio, un poema a la niebla, una danza de luciérnagas nórdicas.
«Neonlicht» fue siempre una canción extraña, incluso para los estándares de Kraftwerk. Su minimalismo, su estructura hipnótica y su duración –más de nueve minutos de repetición controlada– eran casi un acto de meditación tecnológica. Pero ahora, reinterpretada por AUTOMATISM, esa meditación se convierte en trance ritual. Como dijo el bajista Mikael Tuominen, el momento mágico llegó “cuando dejamos de intentarlo”. Y eso lo cambia todo.
«Lo mejor ocurre cuando dejas de perseguirlo»
El krautrock renace en Krefeld
No es casualidad que este álbum vea la luz bajo el ala de Tonzonen Records, ese sello alemán fundado por Dirk Raupach que lleva más de una década rescatando lo mejor del rock psicodélico y progresivo europeo. Desde The Spacelords hasta Smokemaster, su catálogo es un museo viviente del presente sonoro alternativo.
Los vinilos de Tonzonen se prensan en plantas alemanas de alto nivel, con tiradas limitadas y portadas que parecen obras de arte. Su lema no necesita explicación: música que está «más allá del mainstream». Y sí, «Sörmland» es exactamente eso. No hay nada radiofónico en él, pero tampoco lo necesita. Su público no está en las listas; está en las habitaciones oscuras con auriculares, en los coches que viajan de noche sin rumbo fijo, en los rincones del mundo donde aún se escucha para sentir, no para llenar el silencio.
Ecos de Lynch y el perfume de lo extraño
Una de las joyas inesperadas de este disco es «Laura Palmer’s Theme». Quien haya visto Twin Peaks sabrá lo que eso significa: una melodía capaz de congelar el alma en pleno verano. Compuesta por Angelo Badalamenti en uno de esos encuentros místicos con David Lynch, la pieza es un susurro de otro mundo. Y lo que hace AUTOMATISM no es solo versionarla, sino conjurarla.
Hay un respeto casi religioso por la atmósfera, por ese viento que Lynch imaginó soplando entre los árboles mientras Laura emerge de la oscuridad. Y sí, Badalamenti ya no está entre nosotros. Pero lo que AUTOMATISM hace aquí es un acto de resurrección. Uno musical, emocional, íntimo.
“No grabamos canciones. Habitamos paisajes”
De cabañas y accidentes felices
Cada tema de «Sörmland» tiene una pequeña historia, como si el disco fuese una colección de polaroids sonoras. «Video» nace de una melodía que Hjelm registró en su teléfono mientras pescaba. «Honey Trap» fue grabada por accidente tras una cena. Así es como trabaja AUTOMATISM: dejando que la vida se meta en las canciones, como hojas que caen en una corriente de agua.
Esa espontaneidad es también lo que los conecta con el espíritu del krautrock clásico. Porque, al fin y al cabo, bandas como Can, Neu! o Cluster también grababan como si estuviesen poseídas por una fuerza que no entendían del todo. No era técnica, era intuición. Y eso no se aprende en ninguna academia.
El pasado no ha muerto, solo suena distinto
Suecia tiene una larga tradición de psicodelia que no tiene nada que envidiar a la inglesa o la alemana. Desde los años 60, con Baby Grandmothers y Pärson Sound, hasta nombres más actuales como Dungen, Goat o Melody Fields, el país ha sido cuna de una escena que no teme al pasado, pero tampoco lo idealiza.
Lo que hace AUTOMATISM no es retro por capricho. Es una manera de recuperar una forma de producción que valora la imperfección, el accidente feliz, el error que se convierte en joya. Usan sintetizadores vintage, amplificadores de válvulas, técnicas analógicas… no por nostalgia, sino por convicción estética. Porque allí está la textura. Allí está el alma.
“No hay futuro sin pasado. Ni sonido sin cuerpo”
El futuro con aroma a válvula
El nuevo álbum no pretende sonar moderno. Pretende sonar vivo. En una época en la que todo es pulido, cuantizado y pasado por filtros de inteligencia artificial, «Sörmland» es una carta manuscrita en tinta negra. Es un susurro cálido en un mundo de voces robóticas. Y eso, hoy, es más necesario que nunca.
Porque no se trata solo de música. Se trata de crear ecosistemas emocionales. Se trata de grabar en una capilla donde la acústica es tan importante como la melodía. Se trata de mirar por la ventana y ver árboles, no pantallas. Se trata de reconectar con una forma de creación que no entiende de algoritmos ni métricas.
Y quizás por eso el disco se siente tan urgente. Porque es lento. Porque no grita. Porque tiene espacio para que el oyente respire. Y eso, en estos tiempos, es casi un acto de amor.
«Sörmland» no es un disco. Es un estado del alma.
«Neon Lights» ya no brillan en ciudades. Ahora lo hacen en bosques»
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
“Quien escucha sin tiempo, encuentra lo que los demás solo oyen” (adaptado de Nietzsche)
¿Será que lo más futurista hoy es mirar atrás con atención? ¿Será AUTOMATISM la última banda humana en un mundo de playlists automatizadas? ¿O simplemente son el recuerdo de que la música sigue viva, mientras alguien se atreva a tocar sin miedo a equivocarse?
Sörmland, el álbum completo y sus detalles en The Obelisk
Toda la discografía y rarezas de Automatism en Bandcamp
La historia viva del krautrock actual desde Tonzonen Records
Visitas: 357

