Antonio Pérez Henares: pecados y España traicionada

La confesión incómoda de un hombre de izquierda – Un retrato sin maquillaje, palabra por palabra, hoy

Estamos en noviembre de 2025, en Madrid, y Antonio Pérez Henares —la voz que muchos llaman “Chani”— vuelve con España traicionada y una confesión sin frenos. “Soy un gran pecador”, admite. El fondo es claro: el periodista se declara de izquierda, pero denuncia que una élite, en su nombre, pisa a quienes dice defender.

¿Quién es Antonio Pérez Henares y por qué incomoda?

Hay confesiones que llegan como un golpe de aire frío. Esta es una de ellas. Me siento frente al caso Henares —un escritor que viene de fábricas, barro y redacciones fumadas— y no me habla desde un púlpito moral, sino desde la trinchera de una vida a contracorriente. A ratos se ríe de sí mismo; a ratos aprieta los dientes. En su entrevista con el conservador ABC, y en las páginas de España traicionada (HarperCollins, 2025), Henares dibuja una fábula áspera: los pecados capitales existen, claro, pero el problema no son los pecados pequeños —gula, lujuria, vanidad de sobremesa— sino los grandes, los de despacho, los que convierten la política en una coartada para aplastar al débil.

“No saber callarme la verdad ha sido mi gran fallo”, confiesa, y lo dice como quien lleva muchos inviernos caminando a pie.

By Johnny Zuri

Yo lo leo y me sale un “menos sermón y más verdad”. La gente soporta tu gula; lo que no soporta es tu mentira.

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Origen: Antonio Pérez Henares: «La ira la encarna perfectamente Pedro Sánchez, es un chulo de billar»

La biografía que pesa: de Bujalaro a las redacciones calientes

Nació en Bujalaro (Guadalajara) en 1953. Escuela rural, beca en los jesuitas de Durango, Ciencias Políticas y Sociología en Madrid. A los 18, carné del PCE y oficio de periodista. Lo suyo no fue el salto a los platós con cortinaje, sino los periódicos peleados: Pueblo, Mundo Obrero, Tiempo, El Globo, la SER. Dirigió Tribuna en los noventa; orquestó ediciones especiales en La Razón un poco más tarde; empuñó publicaciones en el grupo Negocio; y hoy reparte columnas por más de cuarenta cabeceras con el sello de Europa Press.

En radio y televisión dio mucho juego —tertulias en RNE, TVE y La Sexta— hasta que un día dijo basta: en 2018 se levantó de la mesa en directo en RNE; en 2020 abandonó la tele por “principios, coherencia y dignidad”. No fue pose: fue ruptura.

“La coherencia no da de comer, pero alimenta”.

En lo literario, su nombre circula por dos caminos que se cruzan: la prehistoria —Nublares, La mirada del lobo, La canción del bisonte— y la historia inmediata. Premio Tigre Juan en 1984 por La cruzada del perro, traducciones en Francia, y presidencia de honor de Escritores con la Historia. Lo edita HarperCollins Ibérica, casa con músculo internacional y olfato de catálogo.

By Johnny Zuri

El hombre que narra bisontes y sindicatos suele oler bien las manadas: cuándo arremeten, cuándo huyen y cuándo se quedan inmóviles mirando el fuego.

Los pecados que sí y los que no: placer, hambre y orgullo templado

Henares se presenta con la solvencia del que no necesita absolución: lujuria y gula, dice, son su terreno resbaladizo. No presume de santidad ni finge penitencia. “Mis pecados son gozosos”, concede, con la socarronería justa para no pedir perdón por vivir.

La teología lo colocaría en el banco de los acusados: la lujuria como desorden del deseo; la gula como exceso que nubla la cabeza. Él no se esconde. Pero dibuja la raya: ni hipócrita ni malintencionado. Si miente —lo admite—, es “para no herir”, no para sacar tajada. La soberbia, ese rey de vicios tan bien disfrazado, la reconoce a lo lejos: un poco “fantasmilla”, alarde aquí y allá, herencia del abuelo Valentín, y con la edad, a menos.

“El que presume de perfecto suele tener facturas guardadas en el cajón”.

Lo que no tolera: el pisotón al de abajo. Ahí prende su orgullo de clase. Esa es, asegura, la raíz de su izquierda: no por eslogan, por instinto. Por eso su mayor pecado, el que más factura le pasa, es “no saber callarse la verdad”. En su caso, no es pose literaria; es un rasgo de carácter.

La vara de medir: los obreros que sí y los poetas de despacho

Cuando le preguntan por referentes, Henares no va a los influencers de turno. Cita a Marcelino Camacho y Nicolás Redondo —la izquierda de mono azul—. Es decir: CCOO y UGT cuando decir sindicato costaba cárcel y ficha policial. Camacho, con su “ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar” a la salida del Proceso 1001; Redondo, con su espalda ancha de metalúrgico y aquella huelga general del 14D en 1988 que partió el calendario.

No es nostalgia rosa. Es memoria de barro. Esa izquierda sabía perfectamente qué significaba salario, jornada, seguridad. Tenía doctrina —palabra vieja—, ética y estética, insiste. Y sí, estética: la del gesto sobrio, el discurso que no se desangra en adjetivos.

Frente a eso, él ve postureo. En la entrevista dispara hacia nombres actuales y no pierde el pulso: acusa de envidia y avaricia a Irene Montero —con su etapa al frente de Igualdad, la ley del “solo sí es sí”, la “ley trans”, reformas y planes—, y remata: “Esto no es izquierda”. Suena duro; se sostiene en su cartilla moral: “Si tu causa deja más heridos que alivios, cambias de causa o cambias de nombre”.

By Johnny Zuri

No es cuestión de siglas; es de tripa. A la gente la ganan la nómina, el horario y la dignidad, no el hashtag.

El presidente y la ira: el reproche que quema

Llegamos al punto caliente: Pedro Sánchez. Henares le cuelga un rótulo sin titubeo: ira. “Un chulo de billar”, dice, con ese golpe de bar que deja el eco vibrando en la mesa. Para la tradición cristiana, la ira es chispa que prende otros incendios: venganza, soberbia, ceguera. No lo coloca en una caverna; lo coloca en un estilo: el mando que confunde firmeza con bronca.

El currículum del presidente es conocido —PSOE, doctorado, concejalía, moción de censura en 2018, coalición en 2020, reelección en 2023, liderazgo de la Internacional Socialista, leyes de gran calado, agenda exterior con foco en Palestina, economía al alza entre turbulencias—. Henares fija otra lectura: “bajo la fachada del progreso” —dice— se horadan cimientos: memoria al servicio de la trinchera, cultura usada como martillo, derechos que se estiran como chicle. Suena a acusación total; así quiere que suene.

“Cuando la épica sustituye a la aritmética, la factura llega”.

No es un ajuste de cuentas; es una visión dura, sí, nacida de una biografía que recuerda otra España: la de la transición y la reconciliación como contrato social. Su tesis: aquel pacto se está rompiendo con una alegría imprudente.

España traicionada: un ensayo con el pulso de la urgencia

El libro que publica HarperCollins —240 páginas, octubre de 2025— no busca templar. Busca arder. Henares escribe “desde el deber”, se define hijo de España y avisa del despiece: “quieren descuartizar a España”, “dinamitan la convivencia”, “nos conducen a la tiranía”. No hay perífrasis. Hay alarma.

El sello que lo ampara presume —con razón— de músculo internacional, 200 años de oficio, 65 sellos, miles de novedades. El catálogo abraza novela histórica —su coto de caza—, no ficción, thriller. Y la novela histórica, como recuerda Gloria Gasch, no es capricho: es columna vertebral de nuestra lectura reciente. Henares viene de ahí: de novelas prehistóricas que, paradójicamente, hablan del mañana.

“Para entender el futuro, a veces hace falta mancharse de polvo antiguo”.

La guerra civil emocional: memoria como ring de boxeo

Henares lo escribió en El Confidencial (aquí, su casa digital): vivimos una “guerra civil emocional”. No la de trincheras, la de relatos. Señala a Zapatero como punto de giro y ve en Sánchez al heredero. Al otro lado, dice, asoman los espejos: los que elevan el volumen para responder del mismo modo y así el juego se vuelve perfecto: bronca contra bronca, mitin contra mitin, pasado contra pasado.

El diagnóstico tiene una melancolía útil: recuerda que España cerró la página con una mayoría social que eligió perdonarse. No por amnesia, por pragmatismo. La política que remueve tumbas para cobrarse rentas presentes —diría Henares— pisa barro santo: “hubo cobardes y héroes en ambos bandos”. Usar aquello como martillo hoy es, para él, un pecado de soberbia.

By Johnny Zuri

No hay mayor lujo que pasar página a tiempo. Y no hay mayor torpeza que cobrar intereses con sangre ajena.

Tabla breve de pecados y nombres (según el relato de Henares)

Pecado capital Definición en dos trazos A quién se asocia en la entrevista/relato Nota del narrador
Lujuria Deseo desordenado del placer Antonio Pérez Henares (confesado) Lo admite sin victimismo: “gozoso”.
Gula Exceso que nubla juicio y cuerpo Antonio Pérez Henares (confesado) Debilidad doméstica, no arma política.
Ira Pasión que desborda y arrasa Pedro Sánchez (según Henares) “Chulo de billar”: estilo de poder.
Envidia Resentimiento ante el logro ajeno Irene Montero (según Henares) Crítica a una izquierda de despacho.
Avaricia Ansia de acumulación Irene Montero (según Henares) Política como carrera, no como servicio.
Soberbia Amor desmedido por uno mismo Todos cuando el ego manda Henares se dice “fantasmilla” y lo templa.
Mentira Distorsión para ventaja La élite que “aplastaría al débil” Henares admite mentiras piadosas, no tácticas.

“El pecado más grave no fue la lujuria: fue callar.”

¿Qué propone, sin proclamarlo a gritos?

No hay programa cerrado en España traicionada. Hay una ética de mínimos: volver a hablar de salario, jornada, ley clara, límites nítidos. Recuperar el idioma de Camacho y Redondo, no la foto en la pared. Defender la memoria sin usarla como navaja. Y no plegarse a una estética de superioridad moral que se come a sí misma.

Ahí, Henares se planta como un periodista de la vieja escuela: veo, cuento, moleste a quien moleste. Su renuncia a tertulias no es postureo de pureza; es la coherencia de quien no acepta que la conversación pública sea un ring de eslóganes.

By Johnny Zuri

La libertad empieza cuando apagas el pinganillo. Y sigue cuando escribes sin pedir permiso.

Ecos, libros y fogonazos

En su obra se cruzan el cazador paleolítico y el columnista metódico. El primero sabe oler el viento; el segundo sabe poner la coma donde se corta la demagogia. Ese cruce explica su estilo: directo, rudo cuando hace falta, con un romanticismo de oficio que no pide perdón por tener memoria.

“Escribir es cazar certezas huidizas”, me anoto en el margen.

Y, ojo, el hombre no va de santo. Va de coherente. Si se equivoca, lo dice. Si acierta, no pide medalla. Y si alguien pisa al débil, ahí se vuelve fiera. Es su brújula moral; lo demás son atajos.


“Ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar.”

Marcelino Camacho

“Sean vuestras conductas sin avaricia.”

Hebreos 13:5

“Airaos, pero no pequéis.”

Efesios 4:26

Preguntas frecuentes (FAQ)

¿Quién es Antonio Pérez Henares en dos líneas?
Periodista y novelista nacido en 1953, con oficio en diarios y radios señeras, y autor de novelas históricas y del ensayo España traicionada. Se define de izquierda clásica, crítica y con memoria obrera.

¿Cuál es la tesis central de España traicionada?
Que una élite política —en nombre de la izquierda— habría abandonado a los débiles, manipulado la memoria y forzado el lenguaje hasta vaciarlo, degradando convivencia y ley.

¿Por qué cita a Marcelino Camacho y Nicolás Redondo?
Porque representan una tradición sindical que se jugó la piel por salario, jornada y dignidad. No teoría: práctica. Para Henares, ahí está la vara de medir.

¿Qué pecados admite Henares como propios?
Lujuria y gula, con ironía y sin autoengaño. Rechaza la hipocresía y asegura que, si miente, es para no herir, no para sacar ventaja.

¿Por qué asocia la ira a Pedro Sánchez?
Porque, a su juicio, el estilo del presidente confunde firmeza con tensión permanente. Lo llama “chulo de billar” para señalar una forma de poder que enciende el ambiente.

¿Qué lugar ocupa Irene Montero en su crítica?
La sitúa como ejemplo de envidia y avaricia —según su relato— dentro de una izquierda de despacho, más pendiente del símbolo que del convenio.

¿Dónde puedo leer o seguir a las partes implicadas?
La entrevista clave fue en ABC. El libro está en HarperCollins Ibérica. Sobre su artículo de la “guerra civil emocional”, visita El Confidencial. Para contexto histórico, asómate a CCOO y UGT; y para política institucional, al PSOE y a Podemos.


Me quedo con una imagen: un hombre que acepta sus vicios menores y no transige con los mayores. ¿Es España traicionada un aviso útil o un grito de impotencia? ¿Nos está diciendo que volvimos al ring del rencor por pereza y cálculo? ¿Seremos capaces de rescatar el idioma de las cosas concretas —sueldo, ley, respeto— y bajar el volumen? La historia, por veterana, no nos debe nada; somos nosotros los que le debemos claridad, orden y un poco de amor propio. Mientras tanto, Henares hará lo que promete: escribir, señalar, y, si hace falta, no callarse la verdad.

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