El futuro se diseñó en 1939 y seguimos atrapados en él

El futuro se diseñó en 1939 y seguimos atrapados en él 🚗🏙️

El futuro ya no es lo que era. O peor aún: el futuro que imaginamos nos atrapó en un laberinto de autopistas, suburbios y humo del que aún no sabemos cómo escapar. En 1939, en la Feria Mundial de Nueva York, General Motors presentó Futurama, una deslumbrante diorama que mostraba la América del mañana: rascacielos, grandes avenidas y carreteras interminables donde el automóvil era el amo y señor del mundo. El espectáculo fue tan impresionante que la gente salió de allí convencida de que ese debía ser su futuro, y así lo construyeron.

Lo que nadie imaginó en ese entonces es que, ocho décadas después, seguiríamos viviendo dentro de aquel decorado. Como si el mundo se hubiera quedado congelado en una maqueta de los años 30, con más coches, más smog y menos espacios para la gente. Pero aquí estamos, y la pregunta es: ¿podemos diseñar un nuevo Futurama?

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Origen: A Grand Theft: Auto Industry Stole Our Streets And Our Future

De calles humanas a autopistas devoradoras de ciudades

Antes de los años 20, las calles eran de la gente. Niños jugando, vendedores ambulantes, peatones moviéndose con naturalidad. Pero el automóvil irrumpió como una excentricidad peligrosa. En los primeros años, la prensa describía los coches como «máquinas de muerte», y con razón: en pocos años, los accidentes de tráfico superaron las bajas estadounidenses en la Primera Guerra Mundial.

La resistencia al coche fue feroz. Hubo manifestaciones, dibujos en la prensa con la Muerte al volante y hasta propuestas de limitar la velocidad a 25 mph (unos 40 km/h). Pero las grandes corporaciones automovilísticas no podían permitirlo. Con campañas de relaciones públicas bien diseñadas, convirtieron al peatón en el enemigo. Inventaron el concepto de «jaywalking» (cruzar la calle de manera indebida), educaron a los niños para temer a los coches y convencieron a todos de que las ciudades debían diseñarse para los vehículos, no para las personas.

El resultado fue devastador. En solo unas décadas, las ciudades perdieron su escala humana y se convirtieron en junglas de cemento y asfalto, donde moverse sin un automóvil es poco menos que imposible.

Futurama: cuando la ficción se convirtió en realidad

Y entonces, en 1939, apareció Futurama. Diseñada por Norman Bel Geddes para General Motors, era una visión embriagadora del futuro: autopistas elevadas, coches veloces sin atascos, ciudades repletas de rascacielos y amplias avenidas pensadas para la velocidad y la eficiencia. Todo ello narrado con una voz que aseguraba que este mundo no solo era posible, sino deseable.

El público quedó hipnotizado. Dos millones de personas pasaron por la exhibición en solo tres meses, y cuando salían de la futurista experiencia, GM les entregaba un pin que decía: “Yo he visto el futuro”. Era una profecía autocumplida: si millones de personas creían que ese debía ser el futuro, entonces lo construirían.

«Vieron una utopía y construyeron una distopía»

Lo que la gente no sabía es que Futurama estaba diseñada para beneficiar a las grandes corporaciones. No había trenes ni tranvías, porque GM ya estaba comprando y desmantelando líneas de transporte público en todo el país. Tampoco había barrios con vida propia, porque el objetivo era vender coches y gasolineras, no comunidades vibrantes.

Cuando en los años 50 el gobierno de EE. UU. aprobó el Federal Aid Highway Act, se demolieron barrios enteros para dar paso a las autopistas. En muchas ciudades, los barrios de minorías fueron destruidos y divididos por grandes vías, creando la segregación urbana que aún hoy existe.

Las promesas de menos trabajo y más ocio se convirtieron en más tráfico y menos tiempo libre. La visión de 1960 de ciudades llenas de coches nunca dejó de ser nuestra realidad, incluso cuando quedó claro que no era sostenible.

Nos robaron el futuro, pero podemos recuperarlo

¿El problema? Que seguimos creyendo que no hay alternativa. El siglo XX nos vendió la idea de que el coche era inevitable, como si fuera una evolución natural. Pero no lo fue. Fue una imposición de intereses económicos que destruyó el transporte público, los espacios urbanos y la calidad de vida en las ciudades.

En 1939, GM vendió un sueño. Hoy necesitamos diseñar uno nuevo. No podemos limitarnos a hacer pequeñas reformas: hay que reescribir por completo la historia urbana.

«Si nos vendieron el mundo del coche, ¿por qué no podemos imaginar y construir otro?»

Un Futurama de 2025 no puede ser una simple corrección de errores. No se trata solo de electrificar los coches o hacer más carriles bici. Debemos replantearnos todo el sistema. Un nuevo Futurama debería incluir:

  • Ciudades hechas para caminar y no para el tráfico.
  • Calles verdes y llenas de vida, donde el coche sea un invitado y no el dueño.
  • Transporte público eficiente, gratuito y electrificado, que nos libere de la dependencia del automóvil.
  • Edificios con jardines verticales y techos verdes, en lugar de grises torres de hormigón.
  • Espacios comunes, donde las personas puedan encontrarse, charlar y vivir, en vez de centros comerciales sin alma.

Hay ejemplos. Ciudades como Ámsterdam, Copenhague y Barcelona han comenzado a revertir el error del siglo XX con «supermanzanas», barrios sin coches y amplios espacios peatonales. En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha propuesto la «ciudad de 15 minutos», donde todo lo esencial esté a una corta caminata o paseo en bicicleta.

El futuro no está escrito, ¡es hora de imaginarlo!

El problema nunca fue que el futuro fuera una obra de ficción. El problema es quién lo escribió. Si las corporaciones nos vendieron una versión de la modernidad que nos trajo más contaminación, más estrés y más desigualdad, ¿por qué no podemos escribir otro relato?

Hoy, más que nunca, necesitamos diseñar una nueva visión del futuro. Pero esta vez no lo harán los intereses de una multinacional, sino la gente que realmente vive en estas ciudades.

🚶‍♀️ Queremos calles llenas de vida, no autopistas fantasmales.
🌳 Queremos ciudades verdes y humanas, no bloques de hormigón.
🚆 Queremos transporte público eficaz y barato, no embotellamientos interminables.

Así que la pregunta es: ¿quién está listo para imaginar el nuevo Futurama? Porque si algo nos enseñó la historia es que cuando una visión del futuro es lo suficientemente atractiva, la gente la hace realidad.

Y ahora nos toca a nosotros.

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