¿Hasta dónde llegaría PEDRO SÁNCHEZ antes de caer? PEDRO SÁNCHEZ convertido en Don Teflón según The Times.
Recordemos lo que ocurría en España un mes de junio de 2025.
A veces el poder huele. Y cuando huele así, no es incienso ni pólvora, es podredumbre. Y PEDRO SÁNCHEZ apesta. 💥
No lo digo yo, lo dice medio mundo. O mejor dicho, lo murmuran en los cafés de Bruselas, lo escriben sin temblores en editoriales británicos como este de The Times, lo filtran fiscales como quien no quiere la cosa en un pasillo con ecos, y lo graban, durante años, personajes como Coldo, el hombre que convirtió su vida en una serie de Netflix sin actores. Grabadora en mano, grabó a todo bicho viviente con carnet socialista, desde el conserje hasta los altos mandos. Treinta mil archivos de audio. Treinta mil. Como para hacerle sombra al archivo secreto del Vaticano o al disco duro de Julian Assange.
Pero Pedro sigue ahí. No se va. Ni se irá. No puede. No quiere. Y sobre todo, no debe. Porque lo que hay detrás de su silla de presidente no es respaldo, es blindaje. Una coraza tejida con pactos, chantajes, acuerdos oscuros y una manada de cómplices que pastan felices mientras los españoles pagamos el IVA, el IRPF y la penitencia de tener memoria.
«Sánchez no gobierna, se esconde».
«Don Teflón duerme en Moncloa».
«La fiesta se ha terminado».
Estas frases no salen de un panfleto cualquiera: las firma The Times en su última editorial, que no es precisamente el panfleto de un bar de Lavapiés. Compararlo con John Gotti, el jefe del clan Gambino, podría sonar a hipérbole, si no fuera porque el paralelismo es tan obscenamente real que provoca escalofríos. Don Teflón terminó pudriéndose en una cárcel federal de Missouri. Pedro aún tiene catering. De momento.
Cuando el silencio se graba en estéreo
Uno creería que Coldo era un mindundi con un trabajo de mensajero y una chaqueta sudada. Pues no. Era el gran notario del PSOE en la sombra, el tipo que llevaba más micrófonos encima que una gala de Operación Triunfo. Se levantaba y grababa. Se acostaba y grababa. En medio, negociaba, presionaba, hablaba con ministros, empresarios, intermediarios, fontaneros del poder. ¿El resultado? Treinta mil archivos que la UCO ha desencriptado incluso después de que algunos intentaran borrarlos. Y como ya sabemos, lo borrado siempre grita más fuerte.
En esas grabaciones hay de todo. Conversaciones con Ábalos, con Santos Cerdán, con otros nombres que empiezan a aparecer con cuentagotas. Y sí, también con Pedro. No se puede tapar el sol con una galleta, aunque en Moncloa lo intentan cada día.
De Caracas a Santo Domingo en jet privado
Ah, y que no se nos olvide Zapatero. Aquel que se presentaba como el bonachón de la política, el que hablaba de paz con cara de seminarista… según Aldama, era el auténtico jefe de la banda. Lo dice él, que no es precisamente un tertuliano con ganas de fama. Lo dice con papeles, vuelos, registros, grabaciones, y hasta una foto en un jet privado con agentes del chavismo, los mismos que han saqueado con arte la nación petrolera.
Si la mitad de lo que cuenta Aldama es cierto, hay dinero negro que ha pasado por Venezuela, China, República Dominicana, y quizás haya cruzado también por la mesita del salón de alguno de nuestros políticos. Contrabando, blanqueo, contactos diplomáticos, y la sospecha eterna de que el rastro del petróleo huele más a sangre que a gasolina.
La Moncloa ya no es poder, es refugio
Sánchez lo sabe. Se ha bunkerizado. Literal. Su permanencia en el cargo no es liderazgo, es estrategia de supervivencia. Está acorralado por sus propias sombras, pero no quiere soltar el sillón. “Si me voy, gobiernan PP y Vox”, dice. Como si votar fuera antidemocrático. La jugada es de manual: presentarse como víctima para evitar rendir cuentas. Y muchos se lo compran, porque vivimos en tiempos donde el cinismo se cotiza más que la coherencia.
El problema es que la UCO no vota. La UCO investiga. Y lo hace con una precisión quirúrgica. En su último informe, 490 folios sobre Santos Cerdán, el escudero fiel, el enlace con Bildu, el hombre que usaba Signal para negociar alcaldías en la sombra. ¿Y quién estaba detrás de Santos? Blanco y en botella.
El PSOE, empresa familiar en investigación
El partido ya no es partido, es persona jurídica bajo sospecha. La UCO sospecha de financiación irregular. Investiga contratos en Canarias, Baleares y las redes COVID, donde se mezclan fiestas nocturnas con contratos millonarios mientras el resto del país estaba encerrado. Aparecen nombres como Francina Armengol, Ángel Víctor Torres, y cómo no, Ábalos, cuyo historial empieza a parecerse más al de un gestor corrupto que al de un exministro.
Incluso el número tres de Hacienda, José Antonio Marco, ha dimitido tras saberse que cobraba comisiones por anular multas. Y mientras, nosotros presentando la declaración de la renta como idiotas, mientras ellos la blanquean con whisky y favores.
«Gobernamos para evitar que otros gobiernen»
Así razona Pedro. Y así sostiene el chiringuito. Con ayuda del PNV (pillado por las partes nobles), con la sumisión de Junts (que huele a chantaje político con aroma catalán), y con el aplauso cínico de Bildu, que hoy exige que se reconozca al País Vasco como nación. Porque el juego es así: si Pedro cae, los demás pierden el buffet libre.
Mientras tanto, la fiscalía, los jueces, la Guardia Civil y la UCO hacen su trabajo en un escenario cada vez más parecido a Venezuela, con huelgas anunciadas, reformas que huelen a control judicial, y un hartazgo social que se siente hasta en los supermercados.
“La verdad espera. Solo la mentira tiene prisa.” (Proverbio tradicional)
“Cuando el poder teme al pasado, el futuro está más cerca que nunca.”
¿Hasta cuándo podrá sostenerse Pedro Sánchez? ¿Hasta qué punto puede estirar una mentira sin que se rompa como una cuerda vieja? ¿Qué más hay en esas grabaciones, en esos informes, en esas maletas sin abrir de la política española?
Porque la cuestión ya no es si caerá. La pregunta es cuándo… y con cuántos caerá a la vez. Quizás, cuando leas esto en el futuro, lo recuerdes, lo recordemos como un mal sueño, una pesadilla, de la que España pudo escapar…
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